domingo, 31 de agosto de 2008

César Vallejo

César Abraham Vallejo Mendoza

César Abraham Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco, 16 de mayo de 1892 - París, 15 de abril de 1938), poeta peruano considerado entre los más grandes innovadores de la poesía del siglo XX. Fue, en opinión del crítico Thomas Merton, "El más grande poeta universal después de Dante", halago que no hace más que confirmar el enorme legado del poeta del "dolor humano"; quien revolucionó la forma y el fondo de sentir y escribir poéticamente. En Trujillo se le asocia con el grupo “El Norte”, conformado por Antenor Orrego, José Eulogio Garrido, Víctor Raúl Haya de la Torre, Alcides Spelucín y Juan Espejo Asturriaga; mientras que en Lima se le vincula con intelectuales como José Carlos Mariátegui, Abraham Valdelomar, Luis Alberto Sánchez, Manuel González Prada, José María Eguren, y Juan Parra del Riego.

Biografía

César Abraham Vallejo Mendoza nació en Santiago de Chuco, un 19 de mayo de 1892, pueblo en una zona alta del departamento de La Libertad. Sus padres fueron Francisco de Paula Vallejo Benítez y María de los Santos Mendoza Gurrionero. César fue el menor de once hermanos. Su apariencia mestiza se debe que sus abuelas fueron indias y sus abuelos sacerdotes gallegos. Era “hombre muy moreno, con nariz de boxeador y gomina en el pelo”, según recuerda César González Ruano.

Sus padres querían dedicarlo al sacerdocio, lo que él en su primera infancia aceptó de muy buena gana; de ahí que existan tantas referencias bíblicas y litúrgicas en sus primeros poemas. Sus estudios primarios los realiza en el mismo Santiago de Chuco, pero desde abril de 1905 hasta 1909 estudia la secundaria en el colegio San Nicolás de Huamachuco. En 1910 se matricula en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de Trujillo pero se retira por carencias económicas. Apoya a su padre en sus tareas de gobernador y abogado y participa con los trabajadores de las minas de Quiruvilca, lo que recuerda más adelante en su novela El tungsteno. Trabaja en la hacienda azucarera Roma, en el valle de Chicama. Al año siguiente retorna a Trujillo a retomar sus estudios universitarios. Trabaja como profesor a fin de costearse sus estudios. Siendo profesor de primaria tuvo como pequeño alumno al novelista Ciro Alegría. En 1915 culmina su carrera de Letras y el 22 de septiembre expone su tesis de bachiller, "El romanticismo en la poesía castellana". Fue a la vez un vanguardista.

En 1916 frecuenta con la juventud intelectual de la época agrupada en la "bohemia trujillana" (también conocido como el "Grupo Norte") y se enamora de María Rosa Sandoval. En 1917 conoce a “Mirto” (Zoila Rosa Cuadra), su segunda pareja, pero el romance duró poco y al parecer César intentó suicidarse a causa del desengaño. Como fuera, luego se embarcó en el vapor Ucayali con rumbo a Lima. En la capital encuentra en Clemente Palma a un detractor de su obra (había calificado de mamarracho el poema “El poeta a su amada”). Sin embargo, es este el periodo en que Vallejo conoce a lo más selecto de la intelectualidad limeña. Llegó a entrevistarse con José María Eguren y con Manuel González Prada, a quien los más jóvenes consideraban entonces un maestro y guía. Asimismo, publica algunos de sus poemas en la Revista "Suramérica".

En 1918 entra a trabajar al colegio Barros. Cuando, en septiembre muere el director y fundador del citado colegio, Vallejo consigue la plaza de director del plantel. Luego, en 1919 es profesor en el Colegio Guadalupe. Ese año ven la luz los poemas de Los Heraldos Negros, que muestran huellas del modernismo en su estructura. El poeta toca la angustia existencial, la culpa personal y el dolor, como, por ejemplo, en los conocidos versos "Hay golpes en la vida tan fuertes... ¡Yo no sé!" o "Yo nací un día / que Dios estuvo enfermo". Se vendieron relativamente pocos ejemplares, pero el libro fue bien recibido por la crítica. Su madre murió en 1920 y al volver a Santiago de Chuco es encarcelado injustamente durante 105 días, acusado de haber participado en el incendio y saqueo de una casa. En la cárcel escribe la mayoría de los poemas de Trilce. En 1921 sale en libertad condicional y se dirige nuevamente a Lima, pues su cuento “Más allá de la vida y de la muerte” es premiado. En 1922 Antenor Orrego, líder del "Grupo Norte", publica los poemas que Vallejo escribió durante su reclusión con el título "Trilce", pero es recibido tibiamente por la crítica, que no alcanzaba a comprender la vanguardia. Salvo por el propio Antenor Orrego, quien dijo de Vallejo que "a partir de este sembrador se inicia una nueva época de la libertad, de la autonomía poética, de la vernácula articulación verbal".

"Trilce" anticipó gran parte del vanguardismo que se desarrollaría en los años 1920 y '30. En este libro Vallejo lleva la lengua española a límites insospechados: inventa palabras, fuerza la sintaxis, emplea la escritura automática y otras técnicas utilizadas por los movimientos "dadá" y "superrealista", tal como el relato onírico Finnegans Wake de James Joyce.

Es admitido nuevamente en el Colegio Guadalupe. Con el dinero que le adeudaba el Ministerio de Educación, se embarca con rumbo a Europa, de donde no regresará. Viaja en el vapor Oroya el 17 de junio de 1923, con una moneda de quinientos soles. Arriba a París el 13 de julio. Sus ingresos siempre fueron insuficientes y provenían del periodismo, si bien también había fungido de traductor. Escribía para Variedades y Mundial.

Inicia su amistad con Juan Larrea y con Vicente Huidobro; traba contacto con importantes intelectuales como Pablo Neruda y Tristán Tzara.

En 1926 conoce a su primera compañera francesa, Henriette Maisse, con quien convivirá hasta octubre de 1928. Con el poeta español Juan Larrea funda una revista, pero sigue escribiendo para Variedades y Amauta, la revista de José Carlos Mariátegui. Profundiza sus estudios sobre el marxismo. En 1927 conoce a Georgette Phillipart. Ese año viaja a Rusia. Hacia 1929 sigue colaborando con Variedades, Mundial y el diario El Comercio, como corresponsal oficial. En 1930 el gobierno español le concede una modesta beca para escritores. Retorna a París y después parte a Rusia para participar en el Congreso Internacional de Escritores Solidarios con el Régimen Soviético. Nuevamente regresa a París y se casa con Georgette Phillipart en 1934. Se adhiere al Partido Comunista del Perú fundado por Mariátegui. En 1937 Vallejo y Neruda fundan en España el “Grupo Hispanoamericano de Ayuda a España” en el contexto de la Guerra Civil.

César Vallejo frente a la Puerta de Brandeburgo, en Berlín

César Vallejo frente a la Puerta de Brandeburgo, en Berlín

En 1938 es profesor de Lengua y Literatura, pero en marzo sufre de agotamiento físico. El 24 es internado por una enfermedad desconocida, que entra en crisis el 7 y el 8 de abril. Fallece el 15 de abril del '38, un viernes santo con llovizna en París, pero no un jueves, como escribió en un poema famoso. Se le realiza un embalsamiento. Su elogio fúnebre estuvo a cargo de Louis Aragon. El 19 de abril sus restos son trasladados a la Mansión de la Cultura y más tarde al cementerio de Montrouge. El 3 de abril de 1970 los restos del poeta son trasladados al cementerio de Montparnasse.

Fuente: wikipedia


Los nueve Monstruos

Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.

Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tanta cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tanta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor.

Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rosseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!

Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída,
y esta oreja da nueve campanadas a la hora
del rayo, y nueve carcajadas
a la hora del trigo, y nueve sones hembras
a la hora del llanto, y nueve cánticos
a la hora del hambre y nueve truenos
y nueve látigos, menos un grito.

El dolor nos agarra, hermanos hombres,
por detrás, de perfil,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y es muy grave sufrir, puede uno orar...
Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más).
Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
de ver al pan, crucificado, al nabo,
ensangrentado,
llorando, a la cebolla,
al cereal, en general, harina,
a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
al vino, un ecce-homo,
tan pálida a la nieve, al sol tan ardido¹!
¡Cómo, hermanos humanos,
no deciros que ya no puedo y
ya no puedo con tanto cajón,
tanto minuto, tanta
lagartija y tanta
inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!
Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.

Fuente: Poemas Humanos (1939)



Julio Ramon Ribeyro



Julio Ramón Ribeyro Zúñiga (*Lima, 31 de agosto de 1929 - †4 de diciembre de 1994). Escritor peruano. Es considerado uno de los mejores cuentistas de la literatura peruana. Inició su carrera como escritor con el cuento Vida Gris. Tuvo éxito también en otros géneros: novela, ensayo, teatro, diario y aforismo. El año de su muerte ganó el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo. Sus obras han sido traducidas a numerosas lenguas.

Estudió Literatura y Derecho en la Pontificia Universidad Católica del Perú. En 1960 migró a París, donde trabajó en la France Press, y luego como consultor cultural y embajador de la UNESCO.

El conjunto de sus cuentos se halla reunido en el libro La palabra del mudo, que fue ampliando a lo largo de su carrera y suma cuatro volúmenes. Entre sus cuentos más célebres figuran "Los gallinazos sin plumas" y "Silvio en el rosedal".

Con sus obras, aparecidas a partir de la década de 1950, el realismo urbano llega a su desarrollo pleno en el Perú, y se abre camino para las obras de los autores del boom latinoamericano como Mario Vargas Llosa y Alfredo Bryce Echenique. Cabe mencionar que Ribeyro prefirió vivir alejado de el denominado Boom.

Narrados en un estilo sencillo e irónico, los personajes en sus historias, frecuentemente pertenecientes a la clase media establecida o la clase baja ascendente, se encuentran ante situaciones de quiebre, usualmente ante pequeñas tragedias personales o cotidianas que se articulan con los discursos en constante pugna: el racismo, los rezagos de una Lima colonial anquilosada, la migración campo-ciudad; así como con sentimientos en particular como lo son la soledad y el fracaso.

Obras

* Tristes querellas en una vieja quinta
* Los gallinazos sin plumas (1955) Cuento.
* Cuentos de circunstancias (1958) Cuento.
* Crónica de San Gabriel (1960) Novela. Premio Nacional de Novela del mismo año.
* El árbol de cesar (1962).ensayo.
* Las botellas y los hombres (1964). Cuento.
* Tres historias sublevantes (1964) Cuento.
* Los geniecillos dominicales (1965) Novela.
* El próximo mes me nivelo (1972). Cuento.
* Santiago, el Pajarero (1975). Obra de teatro basada en Santiago el Volador, parte de las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma.
* La caza sutil (1975) Ensayo.
* Cambio de guardia (1976) Novela.
* Silvio en El Rosedal (1977) Cuento.
* Atusparia (1981) Teatro.
* Los geniecillos dominicales (1965) Novela.
* Prosas apátridas (1975; 1986). (Sin clasificación).
* La tentación del fracaso (1987) Diarios.
* Sólo para Fumadores (1987). Cuento.
* Dichos de Luder (1989) (Sin clasificación)
* Relatos santacrucinos (1992). Cuento.
* La palabra del mudo (recopilación de cuentos: I y II, 1973; III, 1977, y IV, 1992). Jaime Campodónico editor.
* Antología personal. Ed. FCEUSA, Col. Tierra Firme. 1994.
* Cuentos completos. Ed. Alfaguara. Col. Obra Reunida. 1994
* Cuentos. Ediciones Cátedra, S.A. Colección: Letras hispánicas, nº 466

Premios

* Premio Nacional de Literatura (1983)
* Premio Nacional de Cultura (1993)
* Premio Juan Rulfo de Literatura Latinoamericana (1994)

Fuente:Wikipedia


La Insignia

Hasta ahora recuerdo aquella tarde en que al pasar por el malecón divisé en un pequeño basural un objeto brillante. Con una curiosidad muy explicable en mi temperamente de coleccionista, me agaché y después de recogerlo lo froté contra la manga de mi saco. Así pude observar que se trataba de una menuda insignia de plata, atravesada por unos signos que en ese momento me parecieron incomprensibles. Me la eché al bolsillo y, sin darle mayor importancia al asunto, regresé a mi casa. No puedo precisar cuánto tiempo estuvo guardada en aquel traje que usaba poco. Sólo recuerdo que en una oportunidad lo mandé a lavar y, con gran sorpresa mía, cuando el dependiente me lo devolvió limpio, me entregó una cajita, diciéndome: "Esto debe ser suyo, pues lo he encontrado en su bolsillo".

Era, naturalmente, la insignia y este rescate inesperado me conmovió a tal extremo que decidí usarla.

Aquí empieza realmente el encadenamiento de sucesos extraños que me acontecieron. Lo primero fue un incidenbte que tuve en una librería de viejo. Me hallaba repasando añejas encuadernaciones cuando el patrón, que desde hacía rato e observaba desde el ángulo más oscuro de su librería, se me acercó y, con un tono de complicidad, entre guiños y muecas convencionales, me dijo: "Aquí tenemos libros de Feifer". Yo lo quedé mirando intrigado porque no había preguntado por dicho autor, el cual, por lo demás, aunque mis conocimientos de literatura no son muy amplios, me era enteramente desconocido. Y acto seguido añadió: "Feifer estuvo en Pilsen". Como yo no saliera de mi estupor, el librero terminó con un tono de revelación, de confidencia definitiva: "Debe usted saber que lo mataron. Sí, lo mataron de un bastonazo en la estación de Praga". Y dicho esto se retiró hacia el ángulo de donde había surgido y permaneció en el más profundo silencio. Yo seguí revisando algunos volúmenes maquinalmente pero mi pensamiento se hallaba preocupado en las palabras enigmáticas del librero. Después de comprar un libro de mecánica salí, desconcertado, del negocio.

--

Durante algún tiempo estuve razonando sobre el significado de dicho incidente, pero como no pude solucionarlo acabé por olvidarme de él. Mas, pronto, un nuevo acontecimiento me alarmó sobremanera. Caminaba por una plaza de los suburbios cuando un hobre menudo, de faz hepática y angulosa, me abordó intempestivamente y antes de que yo pudiera reaccionar, me dejó una tarjeta entre las manos, desapareciendo sin pronunciar palabra. La tarjeta, en cartulina blanca, sólo tenía una dirección y una cita que rezaba: SEGUNDA SESION: MARTES 4. Como es de suponer, el martes 4 me dirigí a la numeración indicada. Ya por los alrededores me encontré con varios sujetos extraños que merodeaban y que, por una coincidencia que me sorprendió, tenían una insignia igual a la mía. Me introduje en el círculo y noté que todos me estrechaban la mano con gran familiaridad. En seguida ingresamos a la casa señalada y en una habitación grande tomamos asiento. Un señor de aspecto grave emergió tras un cortinaje y, desde un estrado, después de saludarnos, empezó a hablar interminablemente. No sé precisamente sobre qué versó la conferencia ni si aquello era efectivamente una conferencia. Los recuerdos de niñez anduvieron hilvanados con las más agudas especulaciones filosóficas, y a unas disgresiones sobre el cultivo de la remolacha fue aplicado el mismo método expositivo que a la organización del Estado. Recuerdo que finalizó pintando unas rayas rojas en una pizarra, con una tiza que extrajo de su bolsillo.

Cuando hubo terminado, todos se levantaron y comenzaron a retirarse, comentando entusiasmados el buen éxito de la charla. Yo, por condescendencia, sumé mis elogios a los suyos, mas, en el momento en que me disponía a cruzar el umbral, el disertante me pasó la voz con una interjección, y al volverme me hizo una seña para que me acercara.
- Es usted nuevo, ¿verdad? -me interrogó, un poco desconfiado.
- Sí -respondí, después de vacilar un rato, pues me sorprendió que hubiera podido identificarme entre tanta concurrencia-. Tengo poco tiempo.
- ¿Y quién lo introdujo?
Me acordé de la librería, con gran suerte de mi parte.
-Estaba en la librería de la calle Amargura, cuando el...
- ¿Quién? ¿Martín?
- Sí, Martín.
-!Ah, es un colaborador nuestro!
- Yo soy un viejo cliente suyo.
- ¿Y de qué hablaron?
-Bueno... de Feifer.
-¿Qué le dijo?
-Que había estado en Pilsen. En verdad... yo no lo sabía
-¿No lo sabía?
- No -repliqué con la mayor tranquilidad.
- ¿Y no sabía tampoco que lo mataron de un bastonazo en la estación de Praga?
- Eso también me lo dijo.
-!Ah, fue una cosa espantosa para nosotros!
-En efecto -confirmé- Fue una pérdida irreparable.
Mantuvimos una charla ambigua y ocasional, llena de confidencias imprevistas y de alusiones superficiales, como la que sostienen dos personas extrañas que viajan accidentalmente en el mismo asiento de un ómnibus. Recuerdo que mientras yo me afanaba en describirle mi operación de las amígdalas, él, con grandes gestos, proclamaba la belleza de los paisajes nórdicos. Por fin, antes de retirarme, me dio un encargo que no dejó de llamarme la atención .
-Tráigame en la próxima semana -dijo- una lista de todos los teléfonos que empiecen con 38.
Prometí cumplir lo ordenado y, antes del plazo concedido, concurrí con la lista.
-!Admirable! -exclamó- Trabaja usted con rapidez ejemplar.

Desde aquel día cumplí una serie de encargos semejantes, de lo más extraños. Así, por ejemplo, tuve que conseguir una docena de papagayos a los que ni más volví a ver. Mas tarde fui enviado a una ciudad de provincia a levantar un croquis del edificio municipal. Recuerdo que también me ocupé de arrojar cáscaras de plátano en la puerta de algunas residencias escrupulosamente señaladas, de escribir un artículo sobre los cuerpos celestes, que nunca vi publicado, de adiestrar a un meno en gestos parlamentarios, y aun de cumplir ciertas misiones confidenciales, como llevar cartas que jamás leí o espiar a mujeres exóticas que generalmente desaparecían sin dejar rastro.

De este modo, poco a poco, fui ganando cierta consideración. Al cabo de un año, en una ceremonia emocionante, fui elevado de rango. "Ha ascendido usted un grado", me dijo el superior de nuestro círculo, abrazándome efusivamente. Tuve, entonces, que pronunciar una breve alocución, en la que me referí en térmios vagos a nuestra tarea común, no obstante lo cual, fui aclamado con estrépito.

En mi casa, sin embargo, la situación era confusa. No comprendían mis desapariciones imprevistas, mis actos rodeados de misterio, y las veces que me interrogaron evadí las respuestas poque, en realidad, no encontraba una satisfactoria. Algunos parientes me recomendaron, incluso, que me hiciera revisar por un alienista, pues mi conducta no era precisamente la de un hombre sensato. Sobre todo, recuerdo haberlos intrigado mucho un día que me sorprendieron fabricando una gruesa de bigotes postizos pues había recibido dicho encargo de mi jefe.

Esta beligerancia doméstica no impidió que yo siguiera dedicándome, con una energía que ni yo mismo podría explicarme, a las labores de nuestra sociedad. Pronto fui relator, tesorero, adjunto de conferencias, asesor administrativo, y conforme me iba sumiendo en el seno de la organización aumentaba mi desconcierto, no sabiendo si me hallaba en una secta religiosa o en una agrupación de fabricantes de paños.

A los tres años me enviaron al extranjero. Fue un viaje de lo más intrigante. No tenía yo un céntimo; sin embargo, los barcos me brindaban sus camarotes, en los puertos había siempre alguien que me recibía y me prodigaba atenciones, y en los hoteles me obsequiaban sus comodidades sin exigirme nada. Así me vinculé con otros cofrades, aprendí lenguas foráneas, pronuncié conferencias, inauguré filiales a nuestra agrupación y vi cómo extendía la insignia de plata por todos los confines del continente. Cuando regresé, después de un año de intensa experiencia humana, estaba tan desconcertado como cuando ingresé a la librería de Martín.

--

Han pasado diez años. Por mis propios méritos he sido designado presidente. Uso una toga orlada de púrpura con la que aparezco en los grandes ceremoniales. Los afiliados me tratan de vuecencia. Tengo una renta de cinco mil dólares, casas en los balnearios, sirvientes con librea que me respetan y me temen, y hasta una mujer encantadora que viene a mí por las noches sin que yo le llame. Y a pesar de todo esto, ahora, como el primer día y como siempre, vivo en la más absoluta ignorancia, y si alguien me preguntara cuál es el sentido de nuestra organización, yo no sabría qué responderle. A lo más, me limitaría a pintar rayas rojas en una pizarra negra, esperando confiado los resultados que produce en la mente humana toda explicación que se funda inexorablemente en la cábala.

(Lima, 1952)

La palabra del mudo

jueves, 28 de agosto de 2008

Asi Hablaba Zaratustra

Libro controvertido, apasionante y profundo, para adentrarse en un mundo de ideas filosoficas y esteticas que influyen hasta la actualidad. Un autor discutido, amado y odiado, que merece leerse, sobre todo en esta obra donde el expresa todo su pensamiento.



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Del amor al prójimo

Vosotros os apretujáis alrededor del prójimo y tenéis hermosas palabras para expresar ese vuestro apretujaros. Pero yo os digo: vuestro amor al prójimo es vuestro mal amor a vosotros mismos

Huís hacia el prójimo huyendo de vosotros mismos, y quisierais hacer de eso una virtud: pero yo penetro vuestro «desinterés».

El tu es más antiguo que el yo; el tu ha sido santificado, pero el yo, todavía no: por eso corre el hombre hacia el prójimo.
¿Os aconsejo yo amor al prójimo? ¡Prefiero aconsejaros la huida del prójimo y el amor al lejano!

Más elevado que el amor al prójimo es el amor al lejano y al venidero; más elevado que el amor a los hombres es el amor a las cosas y a los fantasmas.

Ese fantasma que corre delante de ti, hermano mío, es más bello que tu; ¿por qué no le das tu carne y tus huesos? Pero tú tienes miedo y corres hacia tu prójimo.

No conseguís soportaros a vosotros mismos y no os amáis bastante: por eso queréis inducir al prójimo a que ame, y doraos a vosotros con su error.

Yo quisiera que no soportaseis a ninguna especie de prójimo ni a sus vecinos; así tendríais que crear, sacándolo de vosotros mismos, vuestro amigo y su corazón exuberante.

Invitáis a un testigo cuando queréis hablar bien de vosotros mismos; y una vez que lo habéis inducido a pensar bien de vosotros también vosotros mismos pensáis bien de vosotros.

No miente tan sólo aquel que habla en contra de lo que sabe, sino ante todo aquel que habla en contra de lo que no sabe. Y así es como vosotros habláis de vosotros en sociedad, y, además de a vosotros, mentís al vecino.

Así habla el necio: «el trato con hombres estropea el carácter, especialmente si no se tiene ninguno».

El uno va al prójimo porque se busca a sí mismo, y el otro, porque quisiera perderse. Vuestro mal amor a vosotros mismos es lo que os trueca la soledad en prisión.

Los más lejanos son los que pagan vuestro amor al prójimo; y en cuanto os juntáis cinco, siempre tiene que morir un sexto.

Yo no amo tampoco vuestras fiestas: demasiados comediantes he encontrado siempre en ellas, y también los espectadores se comportaban a menudo como comediantes.

Yo no os enseño el prójimo, sino el amigo. Sea el amigo para vosotros la fiesta de la tierra y un presenti­miento del superhombre.

Yo os enseño el amigo y su corazón rebosante. Pero hay que saber ser una esponja si se quiere ser amado por corazones rebosantes.

Yo os enseño el amigo en el que el mundo se encuentra ya acabado, como una copa del bien,- el amigo creador, que siempre tiene un mundo acabado que regalar.

Y así
como el mundo se desplegó para el, así volverá a plegársele en anillos, como el devenir del bien por el mal, como el devenir de las finalidades surgiendo del azar.

El futuro y lo remoto sean para ti la causa de tu hoy: en tu amigo debes amar al superhombre como causa de ti.

Hermanos míos, yo no os aconsejo el amor al prójimo: yo os aconsejo el amor al lejano.
Así habló Zaratustra
Friedrich Nietzsche

Trad. A. Sanchez Pascual, Alianza Editoria
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Fuente: http://www.nietzscheana.com.ar/

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