1. Procedencia y primera formación
Un día de marzo de 1835 se presentó Louis Habich, jefe geómetra de la Comisión del Tesoro, en la parroquia de Santa María de la Cruz de Varsovia y “nos mostró un niño de sexo masculino -se dice en la partida de bautismo-, nacido en Varsovia, en su casa, el 30 de Enero del presente año, a las ocho de la noche, de su esposa Mathilde, de soltera Manersbeiger de Sanct Capteme”. El niño, bautizado con el nombre de Eduardo Juan, creció en el hogar paterno recibiendo la exquisita educación acostumbrada entre la nobleza polaca en la que se hermanan la finura y elegancia con la honorabilidad espiritual y la fortaleza en el carácter. El joven Habich se decide por la carrera militar. Como miembro de la nobleza tiene acceso a la Escuela de Artillería de San Petersburgo a la que ingresa en 1854 en calidad de oficial. Pelea en Crimea al servicio del ejército ruso mereciendo honrosas distinciones. Gracias a su capacidad técnica es designado Jefe de Construcciones del Arsenal de Kiew a pesar de su corta edad. Acicateado, sin embargo, por el fervor patriótico, Habich se siente insatisfecho a pesar de que conoció el triunfo bélico y se veía rodeado de estima por su saber. Pero los honores venían del país opresor de su pueblo. En el fondo del espíritu se levanta una voz de protesta que le decide a abandonar Rusia. 2. Preparación académica - Cuando cursaba estudios en San Petersburgo Habich había intimado con el sabio matemático polaco Wronski. El maestro le insistía en la necesidad de perfeccionar sus capacidades intelectuales y le urgía a no quedarse en la mera formación empirista recibida en la Academia Militar rusa. Aduciendo como causa el deseo de estudiar en Francia, consigue Habich autorización para escapar del dominio de los zares.
- En 1859 llama Habich a las puertas de la Ecole de Ponts et Chausseées de París en la que se matricula como alumno externo. Tres años de exclusiva dedicación al estudio, 1860-63, le permiten adquirir la formación teórico-práctica que no le dieran en San Petersburgo. Sobresale en la escuela parisina de tal manera que siendo aún alumno descubre y soluciona varios teoremas de matemáticas que llevan su nombre. Con razón podía certificar oficialmente el Director de la Escuela de Puentes y Calzadas que Habich se había hecho notar por su inteligencia, su trabajo y su capacidad. Terminó como el tercero de su promoción y recibió el Diploma que entonces se otorgaba a los alumnos externos.
- ¿Qué significaba la profesión de ingeniero hacia la mitad del siglo XIX? Desde los días de Francis Bacon se había ido abriendo paso en Europa la concepción empirista del conocimiento que no sólo veía en la experiencia la piedra de toque de toda posible verdad sino una fuente fecunda de nuevas adquisiciones cognoscitivas. Las tendencias especulativas de la filosofía tradicional habían permitido desarrollar una metafísica normativa relacionada con el deseo de contemplación, pero habían descuidado el dato experiencial. Los hombres de los tiempos nuevos, más preocupados por dominar que por contemplar la naturaleza, más atento a la multiplicidad de lo real que a la especulación abstractiva, se veían sin embargo desprovistos de un método que les permitira conocer lcon exactitud la realidad a fin de someterla a las necesidades humanas. Pero llegó el Novum Organum de Bacon y nació la escuela empirista inglesa y los ojos de los estudiosos se volvieron hacia el dato de experiencia y de observación. Existía una regularidad en el comportamiento de la realidad que era necesario penetrar para desentrañar los arcanos secretos de la naturaleza. Se formularon las leyes de la ciencia y los hombres se sintieron orgullosos porque sus conocimientos les posibilitaban dominar la gran máquina del mundo. Del arte como imitación de la naturaleza y de la artesanía como labor propia de los esclavos se estaba pasando a la técnica y al conocimiento científico. El viejo artesano, hoy día técnico, adquiere un prestigio que le negaron los tiempos clásicos y el mundo medieval. El técnico se convierte en el artífice de la transformación de la naturaleza y en el creador de condiciones más adecuadas para el desarrollo de la vida humana. Entre tropiezos y oscuridades van surgiendo las escuelas técnicas y con ellas un tipo humano nuevo, el profesional técnico, que sabe hermanar en dosis equilibradas teoría y praxis.
- La Escuela de Puentes y Calzadas de París era pionera a este respecto. A su paso por ella, Habich descubre no sólo nuevas verdades sino un método, el empirismo, ante el que los hombres del XIX se inclinaban venerantes. Sin la práctica, dirá después muchas veces en nuestra Escuela de Ingenieros de Lima, no hay posibilidad de llegar a la verdad porque ella sirve como piedra de toque de verificabilidad. No se trata de esa práctica, un tanto ciega, que aprendiera en San Petersburgo. Se trata más bien de una práctica iluminada por la capacidad reflexiva, transcendida de racionalidad.
- Después de participar en la insurrección polaca (1863-64), Habich regresa a los ambientes técnico-científicos de París. En octubre de 1864 figura como miembro del Consejo Administrativo de la Escuela Superior Polaca en la que más tarde llegaría a desempeñar la jefatura de estudios, la cátedra de Mecánica y, finalmente, la Dirección General (1865-68).
- Cuatro años de intensa labor como administrador de la educación y como intelectual de primera línea terminan por definir la personalidad de Habich. Sus estudios sobre cinemática y, concretamente, sobre el movimiento concoidal le ganan un merecido prestigio en el mundo científico parisino. Por la correspondencia que mantiene luego desde el Perú advertimos que Habich había entrado en contacto con los ambientes técnicos y con los círculos intelectuales de la capital francesa. Fue allí en donde perdió sus hábitos señoriales y se empapó del liberalismo pragmatizante de la época, conservando no obstante la finura en el comportamiento y la delicadeza en el espíritu.
- Habich se hizo, pues, pragmático como los hombres de su tiempo. El pragmatismo se daba indisolublemente unido a la tendencia a buscar nuevas fuentes productivas que impulsadas por el liberalismo político y económico, trajesen el bienestar que todos anhelaban. La búsqueda de nuevas fuentes de riquezas y de nuevos métodos para la explotación de las conocidas se daba de la mano con el sistema liberal en cuanto ordenamiento político de la sociedad y regularizador de las relaciones sociales y de la actividad económica. El liberalismo filosófico, por otra parte, estructuraba un cuerpo racional que funcionaba como legitimador del orden establecido.
- El joven polaco aprendió, pues, en París no sólo las más novedosas técnicas sino una manera de ver el mundo muy diversa a la que recibiera en Polonia y Rusia.
Fuente:LÓPEZ SORIA, José Ignacio. Eduardo de Habich. Serie Biografías de Ingenieros, Arquitectos y Científicos. Universidad Nacional de Ingeniería, Proyecto Historia-UNI |
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